Archivos para 1 noviembre 2012


Un nuevo estudio realizado por el Programa de Investigación sobre Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) del CGIAR ha advertido que a menos que los agricultores se adapten al cambio climático, para el año 2050 la producción de arroz de regadío en la mayoría de los países productores de arroz podría caer en un 15%.

La temperatura global ha aumentado aproximadamente 0.8°C (1.4°F) durante los últimos 100 años, con un aumento de alrededor de 0.6°C (1.0°F) tan sólo en los últimos tres decenios.

Se espera que el cambio asociado en los patrones de lluvias, las tormentas, las sequías y las inundaciones tenga lugar en todo el mundo, y la producción de arroz, de trigo y de maíz se verá seriamente afectada por el cambio climático, según el estudio. Los productores de arroz tendrán que luchar contra temperaturas más altas y más inundaciones, salinidad más alta del suelo y de las aguas subterráneas debido al mayor nivel de los mares y sequías más frecuentes, con la mayoría de los problemas ocurriendo al mismo tiempo, advierte el estudio.

Si bien el maíz y el trigo serán los más afectados por el cambio climático, y podrían llegar a tener que ser reemplazados con yuca y otros cultivos, cultivar variedades de arroz resistentes al clima podría ayudar a los productores de arroz a adaptarse al cambio climático de manera efectiva, dice el estudio. También dice que el beneficio económico de cambiar al cultivo de arroz más resistente se ha calculado en unos $ 1.8 mil millones de dólares para Asia meridional.

Sin embargo, el estudio señala que los agricultores y las personas deben prepararse para un cambio en la producción de alimentos y el patrón de consumo en todo el mundo. Dice: «La agricultura tiene que adaptarse más allá de mantener la viabilidad del trigo, el maíz y el arroz frente al cambio climático y la búsqueda de cultivos de sustitución. Dada la complicación de los aspectos técnicos, ambientales, culturales y políticos involucrados en el cambio de alimentos básicos, este trabajo de adaptación debe acelerar rápidamente para mantenerse a la par con el cambio climático».


“Grano que en diversas formas produce las plantas y que al caer o ser sembrado produce nuevas plantas de la misma especie”. De este modo, el diccionario define la palabra “semilla”. Pero, en realidad, una “semilla” es mucho más. La semilla es el primer paso a la vida, al fruto, al alimento.

Foto: Internet

Aunque, a pesar del papel central que juegan en la agricultura, hoy muchas semillas se encuentran en peligro de extinción.
Si a lo largo de 12.000 años de agricultura, se manejaron unas 7.000 especies de plantas y miles de razas de animales para la alimentación; en la actualidad, según datos del Convenio sobre Diversidad Biológica, sólo quince variedades de cultivos y ocho de animales representan el 90% de nuestra comida
Esta pérdida de agrodiversidad no sólo tiene negativas consecuencias ecológicas sino que implica la desaparición de saberes, principios nutritivos y conocimientos gastronómicos y amenaza nuestra seguridad alimentaria al depender de unos pocos cultivos.
La globalización alimentaria, en su camino por mercantilizar y hacer negocio con los alimentos, ha contribuido, en muy pocos años, a la desaparición de cientos de variedades agrícolas y ganaderas. Y ha primado aquellas que mejor se adaptaban a las necesidades del mercado: ser trasladadas largas distancias, que requerían de menos cuidados, buena apariencia, más productivas, etc.

La agricultura industrial e intensiva, a partir de la Revolución Verde, en los años 60/70, con el teórico fin de mejorar y modernizar la producción agrícola y alimentaria, acabó imponiendo semillas industriales, desacreditando las semillas campesinas y privatizando su uso. Mediante la firma de contratos, el campesinado pasó a depender de la compra anual de semillas, sin  posibilidad de poder guardarlas después de la cosecha y plantarlas la siguiente temporada.
Las semillas, que representaban un bien común, fueron privatizadas, patentadas y, en definitiva, “secuestradas”. Y actualmente el mercado mundial de semillas está extremadamente  monopolizado: diez empresas controlan el 70% del mismo.
“Somos víctimas de una guerra por el control de las semillasY el resultado de esta guerra será determinante para el futuro de la humanidad, porque de las semillas dependemos todos y todas para nuestra alimentación cotidiana” afirmaba el movimiento internacional de La Vía Campesina.
Tomemos nota. (Esther Vivas, Periodista y socióloga)
Fuente: http://www.nodo50.org/ciencia_popular/